¿Entonces es así? La vida de adulto. Nadie me avisó cuando entré. Parece
que paré en los 23. Después de los 23 no tuve consciencia de que el tiempo
avanzaba. Yo no estaba más adulta, solo eran los niños que crecían. Mis
cumpleaños no tenían un sentido cronológico para mi, incluso dudaba cuando me
preguntaban la edad. 24?25?26? 27? ¡Dios mío! 27!. Hoy en día tengo dificultad
en pronunciar mis 28; no porque me sienta “vieja”, o porque me aproxime a la
casa de los 30, sino porque estoy en un punto neutro, gravedad cero.
Fue por estos días que descubrí que soy una adulta. No por algún hecho
en específico, sino por una seguidilla de acontecimientos que me han hecho ver
la vida desde otra perspectiva. En primer lugar, un desprendimiento del
romanticismo. La cruda realidad me dio una bofetada en mi pequeño rostro, que
incluso me hizo olvidar las espinillas que me duelen,. Las espinillas mayores
reventaron en el corazón, en forma indolora. Fue un tiro, un tiro y nada más.
Muerte rápida e indolora. Gravedad cero.
El otro suceso fuiste tú. Si, tú (“él “para el lector). Años y años de
amorosa imposibilidad, de promesas, de utopías y todas esas cosas de personas
enamoradas que sufren y desean lo imposible. Fue una novela, un drama francés.
Tuve un amor, mi mejor amigo, y ahora que puede ser “más que un amigo”, resulta
que estamos des/enamorados. 70% es tu responsabilidad, 30% la mía, seamos
sinceros. Años de suplicio, ya hora que estamos en el momento y en el lugar correcto,
resulta que no hay pasión. Sin embargo, poder hablar contigo de todo con tanta
sinceridad, sin reservas; estar siempre a la par me sorprende. Gravedad cero.
Y estamos aquí. Soy capaz de continuar la amistad justamente porque
estoy flotando, desprendida totalmente de todo lo que un día me atrajo a la
tierra. Desprendida de mis ideales, de mi credulidad humanística-amorosa, con
una fe renovada (no me gusta esa palabra “renovada”, mas ok), con una
incertidumbre de no me apresura, con una disponibilidad y flexibilidad a flor
de piel, con unas ganas locas de que me pololeen, de dar unos besos, no en
cualquier mortal, claro; pero sentir la tibieza de unos brazos que te rodeen
cosas de mujeres, de sentirse protegida, amparada, esas cosas.
Gravedad cero. Podría recomenzar contigo o con cualquiera que me
conquiste y tenga las armas para tal. No, no; no me estoy creyendo la guinda de
la torta, necesariamente, pero cada oveja tiene su pareja, cada mino tiene sus
cualidades, y cada mina tiene una forma de ser conquistada. Yo tengo la mía, y
es nerdicamente particular. Conquista underground. Un a buena conversación, un
ser simpático, inteligente, que cultive sus pensamientos antes que sus
músculos, que prefiera Woody Allen antes de un Steven Spielberg, una bossa nova
antes de un reggaetón, un rock o pop británico antes de cualquier cultura pop
de mercado. Un buen libro antes de todo.
Para quien me conoce, me presento nuevamente: Soy Daniela Vidal (Dani
para los amigos) moradora de Entre Trópicos, en la avenida Gravedad Cero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario