Este blog pretende ser un espacio abierto para temas teológicos, filosóficos, liricos y otros relacionados. Una ventana por la cual miro el mundo.


miércoles, 14 de julio de 2010

Jesús y los otros

El otro dia estaba en una ciudad cordillerana del centro sur de Chile. Hacia frio, un frio que daba dolor de cabeza. Desafiándolo, me aventuré a una tarde de caminata por el centro de la ciudad. A pesar de que no me gusta mucho el mal center, entré en el, un tanto escéptica, sin creer que encontraría algo que realmente me gustase mirar y me sintiese tentada a comprar. No le di mucha atención al primer piso, me pareció muy obvio, normal, común. Subi por las escaleras que contribuyen con mi sedentarismo y miré los letreros de las tiendas. Mi rostro se iluminó cuando leí “Librería interactiva, tercer piso”. Rápidamente fui al tercer piso y entré en una librería. Confieso que no me gustó, no encontré ningún clásico, solo cosas post-modernas con altas influencias psicológicas, pragmáticas; y caras.

Salí desilusionada de no poder coquetear con ningún libro. Entonces fui a la Feria Chilena del Libro, la librería más importante de Chile. Fue como llegar a un oasis, como acostarse después de un día exhaustivo. Aquí se mezclaba lo nuevo con lo antiguo, lo clásico con lo moderno. Me sentí cómoda, tanto así que me quedé horar coqueteando con los libros que encontraba. Encontré uno muy singular, que, confieso; hace tiempo quería leer: “Leyendas de amor y virtud” de Francisco de Asis. Lo admiro por su naturaleza radical y sencilla.

Llegué a casa y me dispuse a pasar una tarde con el santo menos popular, pero confieso que no quedé muy animada. Sucede que después que se conoce a Jesus, nadie te parece tan genial. Las palabras de Francisco eran tan inverosímiles, tan distantes, frias, que en nada me incentivaron ni estimularon.

Decepcionada con el santo, me acordé de mi dulce Jesus, aquel de los Evangelios bíblicos (no de los apócrifos, que parece más distante que Francisco). Aquel Jesús demasiado divino para ser humano y demasiado humano para ser divino; aquella persona perfecta, que conocía los corazones de todos, que se compadecía de las personas más que de los animales, que sentía compasión de las multitudes, que tenía un carácter rígido y amoroso al mismo tiempo. Aquel Jesus que mira, que se queda en silencio, que llora, que reprende, que tiene la capacidad de proteger , aquel Dios que vino a nuestro encuentro.

Confieso que soy lectora de librerías de libros usados, me gustan los clásicos; pero por sobre todas las cosas, me gusta el clásico Jesús, aquel a quien podeos ir sin artificios, sin intermediarios, sin imitaciones (o proyectos de imitaciones que se auto atribuyen un valor demasiado alto). Como Jesús, solo El mismo, el resto es resto. El resto son los otros.


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