Este blog pretende ser un espacio abierto para temas teológicos, filosóficos, liricos y otros relacionados. Una ventana por la cual miro el mundo.


martes, 15 de febrero de 2011

Mi Navidad y el presente


Como todo niño, desde pequeña creí en el viejito pascuero (Papá Noel). Siempre tuve la esperanza y expectación de verlo. Recuerdo que mi madre siempre nos mandaba a comprar a mi hermano y a mi alguna cosa, en un horario próximo a la media noche. Nosotros, ávidos, corríamos por la calle para no perdernos la visita del anciano y barbudo personaje. Pero como siempre, cuando llegábamos el ya se había ido; solo los regalos nos quedaban como evidencia de su presencia en nuestra casa.

Pero luego pasó lo inevitable: la vida. Crecimos y mi hermano mayor siempre hacia burlas acerca del viejito de los regalos, hasta que a mis 8 años aprox. Supe la cruda realidad de la boca de mi hermano: el viejito pascuero no existe.

Mostró pruebas fieles e irrefutables de su inexistencia, a las que no me pude resistir, pero una cosa interesante sucedió: estaba desencantada del viejo, pero no de la navidad.

A pesar de saber que eran mis padres quienes hacían todo, continué celebrando navidad con alegría y entusiasmo; solo pensar en el viejo me llevaba nostálgicamente a la magia de otrora; pero eso en nada disminuía el encanto de la Navidad.

Ahora que soy adulta, me ha sucedido lo mismo, solo que en un aspecto diferente. He perdido la magia respecto a una persona, pero continúo queriéndola. Hechos y circunstancias han hecho que la magia se vaya, que el escepticismo me embargue cuando pienso en el, sin embargo continuo queriéndolo.

El es como la navidad, y las circunstancias adversas como el mito del viejo Noel: ya no lo miro como el ser ideal; pero continúo celebrándolo. Eres como mi navidad; navidad sin viejo pascuero.

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