Sin duda alguna, el hecho del momento es la muerte de Osama Bin Laden. En un segundo plano quedó la beatificación del Papa Juan Pablo II; a pesar de que el mandatario peruano Alan Garcia haya hecho una mezcla noticiosa esplendida al afirmar que el primer milagro de Juan Pablo fue la captura y muerte del líder de Al-Qaeda. Me falta fe para eso, pero en fin.
El presidente Obama afirmó orgullosamente que “justicia fue hecha”. Concuerdo plenamente con eso, pues por larga que fue la espera, el terrorista pagó con muerte su crimen. El presidente también afirmó que “ahora el mundo es un lugar más seguro”; en este aspecto yo discuerdo.
En primer lugar, se acabó con una persona, no con una religión y /o ideología. Desde el punto de vista occidental, claro, es una victoria, pero desde el punto de vista musulmán (y principalmente de la Jihad) es una victoria; Osama es un mártir que continuará inspirando a jóvenes. Esto solo da más fuerza a su grupo del terror.
En segundo lugar, no se puede acabara con una ideología y/o religión. El cristianismo es un claro ejemplo de que mientras más se perseguía y eliminaba a sus lideres; más la religión crecía, hasta al punto de tener que afirmar que “la sangre de los mártires es la semilla del Evangelio”. Algo similar ocurre con el islamismo de la Jihad; la guerra santa continua. Al- Qaeda ya tiene un nuevo líder, que por lo que leí es más radical que el propio fallecido.
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