Secretos son tesoros

Uno de los grandes acontecimientos de los últimos años fue la tan mencionada captura y muerte de Osama Bin Laden. Lo que más me llama la atención (fuera del aspecto político) es ¡cómo alguien consigue esconderse de todos los organismos de inteligencia estadounidenses y del mundo entero! Hace algún tiempo vi la película “Red de Mentiras”, donde la gran estrategia de los musulmanes (o la gran virtud) era no comportarse de acuerdo a estos tiempos. Me explico: para comunicarse entre ellos no usaban internet, teléfonos; actúan ‘a la antigua’, por eso es tan difícil encontrarlos con medios ‘modernos’. Por otro lado –en occidente-, no cabe duda de que estamos en una época donde nuestra vida está expuesta a un solo click de distancia. Donde nosotros mismos compartimos fotos, estados, pensamientos a la ligera, tragedias, comedias etc. Es la rapidez del tiempo que nos tocó vivir.

Sin embargo, lo que me llama poderosamente la atención es que – al igual que los árabes de la película- podemos conseguir mantener secretos, cosas privadas. Es decir, ¡el simple acto de decir algo a otra persona al oído es sublime!. No hay servicio de inteligencia, observación satelital, micrófonos, nada!, nada puede interponerse entre un secreto dicho al oído. Esto me ha maravillado en tal manera que ahora adoro ciertos secretillos, cosas intimas, lenguaje que uno tiene solo con ciertas personas, códigos entendibles solo entre algunos; pactos, secretos; cosas inigualables que existen, son reales, pero que por ser tan intimas se transforman en un tesoro.

Mi desafío de hoy es apreciar más los secretos y experiencias de vida; esas cosas que con pocos se comparten, que talvés para otros no tenga gran valor, mas debido a su relevancia, irrepetibilidad y complicidad se transforman en grandes tesoros. Cuidemos nuestros tesoros.